Los soldados de Slim
no conocen el silencio.
Deambulan entre contratos leoninos
piel de ovejas.
Monopolios de intolerancia,
aborrecen a los pobres que los hacen ricos
y lavan sus culpas en lujosas convenciones,
fastuosidad fantoche que disfrazan
autoritarismos ciegos.
Inconscientes de la causa que defienden
dormitan en la infelicidad
banalidad extrema que los obliga
a ser tan burgueses como ignorantes.
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